El Liderazgo Vincular
“El
liderazgo no comienza en el momento de tomar la decisión, o
de
desarrollar la acción, sino en la manera de mirar”.[1]
Uno de los más grandes
desafíos que tienen los líderes de las organizaciones es desarrollar una visión
del camino que debe seguirse, ya que nadie puede construir un liderazgo sin ver
un destino que valga la pena transitar.
Nuestra visión está
atravesada por nuestras categorías mentales, la manera de ver la vida, los
valores y deseos. En una misma situación podemos ver una persona picando
piedras, construyendo un muro o levantando una catedral. Los hechos y
circunstancias serán los mismos, pero la forma de interpretarlos distinta. Esto
no quiere decir que el líder tiene que tener una mirada alejada de la realidad,
pero sí dependerá de él ser quien transmita a su equipo la visión.
Viene a mi memoria el famoso
caso de Kodak. En un período muy corto de 14 años, desde el año 2000 al 2014,
se produjo un cambio tecnológico y cultural enorme, que terminó llevando a Kodak
a su bancarrota. En el año 2000 Kodak tuvo un récord de 80.000 millones de
fotos en papel. En el 2014 se subieron por día un promedio de 1.800 millones de
imágenes digitales a las redes sociales, lo que equivale a 657.000 millones de
estas imágenes en el año. Como dice Alejandro Melamed, “… en ese año se tomaron
más fotos que en toda la historia de la fotografía.”[2]
En el año 1975, en los
laboratorios de investigación de Kodak, el ingeniero Steven Sasson presentó
internamente un prototipo de cámara digital sin película. En ese momento no
tuvo una buena acogida y sus colegas lo desafiaron, cuestionándole la utilidad
de una cámara de esas características. Sin perjuicio de ello el invento fue
patentado por Kodak como la primera cámara digital del mundo, pero rápidamente
fue archivado.
En la década de los 90
comenzaron a lanzarse al mercado las primeras cámaras digitales. Kodak era
consciente que la cámara digital cobraba cada vez más importancia, por lo que decidió
dedicarle importantes recursos a su desarrollo. En el 2005 ocupó el primer
lugar en el ranking de venta de cámaras digitales de Estados Unidos de América.
Pero estas cámaras no generaban demasiados beneficios económicos
para Kodak.
Entonces, ¿cuál fue su verdadero
error? La equivocación fue cerrarse en su propio mundo y fijar su estrategia en
una sola dirección, apostando únicamente por las cámaras de fotos en un mundo
que se dirigía sin frenos hacia el uso de las cámaras fotográficas en los teléfonos móviles.
A diferencia de lo que
sucedía con las películas de color, cualquier persona podía armar un sensor y
un procesador e introducir su producto en el mercado. Parecía que llegaba la
época de la accesibilidad masiva. Y Kodak, que en sus
orígenes había promovido la popularización de la fotografía, llevando su acceso
al alcance de todos, no supo incorporar las innovaciones y los
cambios del nuevo siglo.
Kodak tuvo miedo a que el
cambio digital destruyera su negocio de películas e impresiones fotográficas. Y
pensaron en frenar los avances digitales con un marketing agresivo. Este temor
le impidió ver la realidad que se avecinaba y a interpretar correctamente las
pérdidas de mercado que empezaba a sufrir.
En el año 2012 Kodak entró
en quiebra.
¿Qué nos enseña lo ocurrido
a Kodak? ¿Es posible gestar un camino que nos permita tener una visión más
amplia y completa de la realidad que de alguna manera nos amplíe el horizonte y
nos lleve a ser más exitosos?
Las actitudes del alcalde de Seúl y
Enrique Shaw.
Una posible respuesta la
encuentro en la actitud que tuvo el alcalde de Seúl, Corea del Sur, Park
Won-Soon, quién en agosto de 2018, decidió mudarse con su mujer al peor tipo de vivienda de la ciudad de Seúl: un humilde ático
en el barrio obrero de Gangbuk-gu.
En esta
vivienda de 30 metros cuadrados, dividida
en dos minúsculas habitaciones sin aire acondicionado, Park decidió vivir y trabajar los siguientes 30 días, en
la zona del norte de la ciudad, para conocer con su propia experiencia cuáles
son los problemas y las dificultades a las que tiene que hacer frente la
población menos favorecida de Seúl, una ciudad de casi diez millones de
habitantes en la que la mayoría de quienes viven por debajo del umbral de la
pobreza, sobre todo ancianos y jóvenes estudiantes sin recursos, reside en este
tipo de viviendas, que son un horno en verano y un congelador en invierno.
"Las soluciones a sus problemas se encuentran
sobre el terreno, no en mi oficina del Ayuntamiento", declaró Park a la prensa mientras se mudaba.
Park comprendió que no
alcanzaba con conocer en cifras lo que ocurría en el barrio de Gangbuk-gu, sino
que era necesario vivir lo que ellos vivían. Descubrió con humildad y coraje, la
limitación del mero conocimiento frío de los números, y que la experiencia vital
es insustituible.
El empresario argentino Enrique Shaw[3]
vivió un proceso similar al de Park, al buscar conocer por sí mismo lo que
vivían los operarios de la empresa Rigolleau. Cito unos ejemplos de su vida
laboral, en la que algunos testigos recuerdan la forma cómo Enrique Shaw se
vinculaba con la gente: “… se paró a
conversar con nosotros, se nos puso a la par y empezó a preguntar
amigablemente: ¿cómo están ustedes?, ¿cómo se encuentran? Me gustó y me
impresionó que quisiera averiguar cómo estábamos, me extrañó porque venía con
un overall amarillo y que viniera a preguntar. Los directores venían de traje y
corbata …. Le gustaba ir personalmente a los lugares de intenso calor por donde
estaban los hornos …”[4]
Lo cierto es que sólo desde
el contacto de la vida compartida nos abrimos a una experiencia de la verdad
que nos falta desde una mirada sólo racional.
Se trata por lo tanto de un
proceso de vinculación de aquellos aspectos
que muchas veces los percibimos, pero no los vivimos, y de esta forma los
disociamos.
Esta actitud es la que podríamos
definir como mecanicista, es decir aquella forma de relacionarnos en forma
segmentada y parcial con la totalidad de la realidad, dividiéndola en distintas
partes: por un lado, la idea y la información, y por el otro la vida. Sólo la
unión de estas dimensiones nos permitirá tener una experiencia orgánica del
mundo.
Un Liderazgo Vincular
Este proceso orgánico de
vinculación del conocimiento racional y el vivencial nos lleva a un liderazgo que
podríamos llamar vincular, que implica una actitud vital de ir hacia los demás
llevando la verdad original de nuestra vida, abriéndonos a recibir de los demás
sus vidas y verdades.
José Kentenich nos habla de
este proceso de aprendizaje diciéndonos que “… consiste en
mantener un vivo contacto. Un contacto vital … la vida que poseo y que brota de
mí quiere ser traspasada al otro.
Pero no sólo yo salgo al encuentro de la
persona que tengo ante mí, sino que ella también sale a mi encuentro. Yo
despierto vida, vida que es original, y yo asumo esa vida en mi propia persona.
Por lo tanto, no sólo soy yo quien
engendro. El que está ante mí también realiza un acto creador … el que está
ante mí también ejerce la acción de engendrar vida respecto a mi persona, tal
como yo frente a él, e incluso tal vez en forma mucho más vigorosa que yo.
Si no asumo la corriente de vida que brota
del otro, si no la incorporo en mi corriente de vida, no se logra generar una
fuerza creadora, no se produce la acción de engendrar. La persona que está ante
mí es un ser espiritual vivo, y éste no sólo se deja formar por otro: a su vez
también quiere actuar creadoramente … no consiste únicamente en actuar
engendrando sino también en ser formado uno mismo por esa acción de engendrar …
Este proceso llega a establecer una profunda y real comunidad de vida.”[5]
Esta actitud es justamente
la que tuvieron Enrique Shaw y Park Wo-Soon. Ambos entendieron que, sólo
compartiendo sus vidas y abriéndose a la vida de los otros, podrían completar
sus miradas y tener un conocimiento más acabado de la realidad.
Resulta imprescindible para generar estas corrientes
de vida, que salgamos al encuentro de los otros con nuestra vida, y estemos
dispuestos a recibir la vida que brota de ellos. Esto implica abrirnos,
hacernos vulnerables y tener una actitud de escucha y apertura tal que nos
dejemos transformar por la verdad y la vida que también trae el otro.
Sin esa apertura a dejarnos traspasar por la vida del
otro con una acogida tal que seamos capaces de recibir la vida de los demás,
difícilmente podamos conocernos, vincularnos
y despertar vida en ellos y ellos en nosotros.
Vivir vinculados es una manera más perfecta de conocer
y de ser, dado que ambos aspectos se unen y enriquecen mutuamente. “Los hombres logran vincularse cuando están
abiertos a su propio yo y a su prójimo”.[6] Los testimonios de Enrique Shaw
atestiguan esta actitud:“… era el único
que saludaba de los que tenían mucho cargo … llegaba y saludaba a todos … iba a
saludar a los obreros … se mezclaba con los obreros como si fuera uno más ….” [7]
Es probable que Kodak se
paralizara en la posición dominante que tenía por la venta de películas e impresión
fotográfica, lo que le impidió vincularse con las corrientes de vida que se estaban
produciendo y le bloqueó este intercambio vital, impidiéndole ver un poco más
allá.
La lógica del
enriquecimiento mutuo, a través de la apertura a que exista un encuentro entre
ambos sujetos que quieran realizar actos creadores, llevará a gestar corrientes
de vida con resultados superadores.
No sabemos si el mecanicismo llevó a Kodak a no ver
los cambios que se estaban produciendo en la industria fotográfica, pero sí
sabemos que la adopción de un liderazgo vincular, la hubiera llevado
probablemente a desarrollar una mirada más integral, orgánica y completa del
mundo y la fotografía, que quizás le hubiera permitido comprender mejor los
cambios que se avecinaban y adaptarse a ellos.
Llevar adelante un liderazgo vincular nos ampliará la
visión del mundo y nos conducirá a gestar un camino superador del mecanicismo
reinante.
Carlos E. Barrio y
Lipperheide
24 de septiembre de 2019
[1] Ángel Castiñeira – Josep
M. Lozano. “El Poliedro del Liderazgo. Ed. Libros de Cabecera (2012), pág. 227
[2]Alejandro
Melamed. “El futuro del trabajo y el trabajo del futuro”. Editorial Planeta
(2017), pág. 99.
[3] Enrique Shaw fue un empresario argentino (nacido en París, 26
de febrero de 1921 – fallecido en Buenos Aires el 27
de agosto de 1962), que por su vida ejemplar, la
Iglesia ha abierto su proceso de canonización.
[4]Sara
Shaw de Critto. “Viviendo con alegría”. Editorial Claretiana (2017), págs. 105
y ss.
[6]José
Kentenich “El mundo de los vínculos personales”. Editorial Nueva Patris Herbert
King (2015), pág.226.
[7]Sara
Shaw de Critto. “Viviendo con alegría”. Editorial Claretiana (2017), págs. 105
y ss.
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