DESAFÍOS EMPRESARIALES FRENTE AL CORONAVIRUS
Estamos viviendo
una realidad jamás vivida con anterioridad en el mundo, una situación en la que
todos estamos aprendiendo y buscando la forma de poder salir adelante, en medio
de muchas incertidumbres y preguntas aún sin resolver.
Todos estamos
shokeados, angustiados y desorientados. No sabemos cuándo ni cómo vamos a
superar estas circunstancias, pero lo que sí sabemos es que debemos encontrar
una salida y superar la pandemia.
Seguramente
después de ello el mundo no será el mismo y todos habremos aprendido muchas
cosas.
Frente a esto me surgen
preguntas e interrogantes que quiero compartirlas, para que, desde esta actitud
de interrogarnos mutuamente, podamos encontrarnos. Así me pregunto ¿cuáles son
los mayores desafíos y oportunidades que enfrentan las empresas y sus líderes
en este contexto? ¿Qué se puede aportar en estas circunstancias difíciles para
avanzar en la construcción de una empresa que sea productiva y al mismo tiempo humana
y orgánica, aliviando y generando confianza ante tanta fragilidad, temor y
aislamiento?
Encuentro que el
primero de los desafíos que tenemos por delante es cuidar a la gente, es decir al
capital humano, protegernos de la enfermedad, tomando todas las medidas que
sean necesarias para evitar los contagios, tanto de aquellas personas que tienen
que permanecer en la empresa, como de aquellas otras que son enviadas a sus
hogares para continuar trabajando desde allí.
Este cuidado debería
incluir los aspectos emocionales, tanto por la reclusión como por la
inseguridad existencial que provoca ver tantos enfermos y fallecidos.
El cuidado que le
empresa tenga hablará de la mirada que ella tiene de sus trabajadores. Como
dice Watzlawick, “no es posible no comunicarse.”[1]
Lo que decimos y hacemos, como lo que no decimos y no hacemos, comunica nuestros
valores y creencias. Seamos cada vez más conscientes de ello. Es una buena
oportunidad para reforzar y despertar el sentimiento de valía que todos tienen
para la empresa.
Preguntémonos ¿cómo
estamos comunicando el mutuo cuidado en la empresa?, ¿qué mensajes estamos
compartiendo? ¿Qué podemos hacer para cuidarnos mejor?
No perdamos de
vista lo que nos decía el gran empresario católico, Enrique Shaw que “La empresa
debe ser un instrumento de dignificación humana: el “clima” debe ser tal que
contribuya a la ascensión del hombre y le brinde por su trabajo y en su trabajo
la mejor de las oportunidades para su desarrollo.”[2] Seguro hay mucho para hacer al respecto.
En segundo lugar,
se está produciendo un muy fuerte impacto económico negativo en los resultados
de muchas empresas, por la disminución drástica de sus ingresos.
El desafío es tratar
de morigerar este efecto, reduciendo costos y azuzando la imaginación y la
creatividad para generar nuevas posibilidades comerciales. El contexto es
extremadamente difícil y pareciera que no hay mucho por hacer y que estamos en
una encrucijada sin salida.
Sin embargo, creo
que debemos preguntarnos si ¿no es una oportunidad para que redoblemos nuestra
consciencia y descubramos que, a pesar de todo, “… el trabajo es una participación de corazón en la actividad creadora”
y que debiera llevarnos a una “… donación
de nosotros mismos, a forjar y crear”, como nos decía hace ya muchos años José
Kentenich[3].
Aliento a que nos
preguntemos ¿qué podemos hacer para que nos sintamos unidos a nuestras tareas
en estas difíciles circunstancias? ¿Qué podemos aportar de novedoso para vivir
más despiertos y con ganas de forjar y crear, en un ambiente de lejanía,
temores y restricciones? ¿Cuál es la forma que encuentro para participar de
corazón en el trabajo? ¿Es posible redescubrir nuestra creatividad en este
nuevo contexto laboral? ¿Qué cambios imaginamos para poder vivir de manera más
plena? ¿Qué puedo recrear para que esto ocurra? Son preguntas difíciles en
momentos muy difíciles, pero que buscan abrir puertas.
Estoy convencido
que desde esta perspectiva podremos vivir con más alegría nuestro trabajo en
estos difíciles momentos.
Vislumbro que, a
pesar de todo, es un buen momento para empoderarnos en nuestros trabajos. Nos
decía Enrique Shaw que “… el dirigente de empresa debe dar toda la
libertad posible para que cada uno sea dueño de sus actos y pueda expresar su
personalidad.”[4]
Aprovechemos las actuales y
excepcionales circunstancias para hacernos más dueños de nuestra libertad
creativa y expresar nuestra más auténtica personalidad, en beneficio mutuo y de
una mayor productividad. Creo que estos momentos tan fuertes nos llaman a
profundizar estas convicciones y encontrar nuevos caminos.
Si logramos abrir -aunque
sea un poco este sendero-, probablemente se pueda avanzar hacia una mejor
integración, evitando un trabajador que “… ejecute
el trabajo sin considerarlo y sin sentirse, en cuanto persona,
vinculado a él y aún menos a la empresa. Careciendo de toda posibilidad de
, nada tiene de sorprendente que no aporte a la empresa su
inteligencia y corazón. ”[5]
Neutralizar el
impacto negativo de la economía en los trabajadores es otro de los desafíos con
el que nos enfrentamos. En las empresas se están tomando medidas de reducción
salarial por la caída de las ventas, lo que está provocando dificultades para que
podamos continuar solventando nuestros gastos familiares. En muchos casos ese
camino es el único posible para evitar un cierre, lo cual sería aún más
perjudicial.
Veo como un buen
momento para que todos construyamos lo que Kentenich
llamaba “solidarismo”, es decir “la responsabilidad de los unos por los
otros y por la totalidad”[6],
es decir, la solidaridad integrada a la subsidiariedad: ser solidarios con las
necesidades mutuas y al mismo tiempo, alentar el mutuo empoderamiento para que todos puedan realizar aportes a la
empresa. Seamos solidarios y busquemos estar más atentos a las necesidades de
nuestros compañeros de trabajo, acercándonos a través de los medios de
comunicación que nos brindan las redes sociales. Desarrollemos al mismo tiempo
nuestra capacidad de acción subsidiaria, con proactividad, llevando adelante
todas las tareas que podamos desarrollar para la empresa.
El cuarto desafío
que encuentro es el fortalecimiento de los vínculos entre todos los que formamos
la empresa. La situación está afectando nuestro ánimo y resquebrajando la
cohesión colectiva por la pérdida de la cercanía laboral y la incertidumbre sobre
el futuro.
¿Podremos mantener
la unión y la motivación en medio de la tormenta? Resulta imprescindible que reforcemos
nuestra comunicación, fortaleciendo al mismo tiempo nuestras relaciones vinculares.
Las circunstancias requieren que vivamos en cercanía y tengamos una mutua
escucha empática. Más que gurúes que señalen el camino, necesitamos escucharnos,
con-vivir los sentimientos y preocupaciones, valorar y sentirnos valorados y
tomados en cuenta.
Más que nunca en estos días de incertidumbre, en los
que pareciera que se acentúan las dificultades empresarias, la distancia para
comunicarnos y una sensación de profundización de un mundo líquido y desmembrado,
me resulta iluminador el modelo de hombre nuevo que nos proponía Kentenich, como
una “personalidad
autónoma de una gran interioridad, con una voluntad y disposición permanente de
decisión, responsable ante su propia conciencia e interiormente libre, que se
aleja tanto de una rígida esclavitud a las formas como de una arbitrariedad que
no conoce normas.” [7]
Caminemos mar
adentro en esta noche, iluminados por este hombre nuevo, hacia las nuevas
playas que nos esperan.
Carlos E. Barrio y
Lipperhedie
23 de marzo de
2020
[1][1] P.
Watzlawick, J. Beavin Bavelas y D. D. Jackson “Teoría de la comunicación
humana”. (Ed. Herder, 1997), pág. 52.
[2] Enrique Shaw “… y dominad la tierra. Mensajes de Enrique Shaw”. ACDE
(2010), pág. 70. . Enrique Ernesto Shaw, nació en París el 26 de febrero de 1921
y muere en Buenos Aires
el 27 de agosto de 1962.
Fue un laico,
marino y empresario argentino,
quien contrajo matrimonio con Cecilia Bunge, con quien tuvieron 9 hijos. Por su
vida ejemplar, la Iglesia aceptó que se inicie su proceso de canonización y desde 2001 es considerado Siervo de
Dios. Promovió e impulsó el crecimiento humano de sus
trabajadores inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia, fundó la Asociación
Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE),
entidad que forma parte de la Unión Internacional de
Empresarios (UNIAPAC), y escribió numerosos libros, folletos y
conferencias.
[3] José Kentenich, “Desafíos de
Nuestro Tiempo”. Editorial Patris, 1985. Textos escogidos del padre Kentenich.
“Análisis de nuestro tiempo”, pág. 15.
[6] José
Kentenich (Herbert King). “El mundo de los vínculos personales”. Editorial
Nueva Patris (2015), págs. 90 y 91.
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